miércoles, junio 30, 2021

La Estrofa Faltante

La siguiente ha de ser
La estrofa que todos querrán saber qué decía
Porque al momento que la escribía
Decidí borrar.

Pero ya muchos han de entender
Que hay cosas en la vida
Que alguna vez se pensaron,
Que alguna vez se callaron,
Que alguna vez se ocultaron,
Que alguna vez no se actuaron

Esas cosas de locura
Como la muerte misma
Que pudo ser la salida
Pero que no lo fue

Y allí podríamos levantar nuestra voz
Para reclamar nuestros derechos
Y reclamar nuestro pecho
Ese que se nos robó

Pero no es más que
Simples cuatro versos,
Que al igual que nuestra vida,
Alguna vez se esfumó.

viernes, marzo 13, 2020

Grito de Auxilio

Que Cristo venga por su iglesia es lo que todo creyente espera en estos tiempos en los que
parece vislumbrarse el fin de nuestra era y el exterminio de la raza humana.

Desde hace mucho tiempo se ha venido proclamando a los cuatro vientos que el final se
acerca y en todas partes se escucha el grito: ¡Cristo viene ya!

También se escucha fuerte la crítica de los incrédulos, aquellos bien conocidos en el argot
popular cristiano como Hijos del Diablo, que hacen mofa de nuestra eterna espera por los
tiempos finales -porque desde que estuvo Cristo en la tierra se están proclamando, y nada
que llegan-

Entre más pistas leemos en el santo evangelio, más nos despista la actualidad, porque si a
las pruebas nos remitimos, siempre ha habido guerra entre naciones, la naturaleza todo el
tiempo ha sido implacable y ni qué hablar de las constantes discordias entre familiares,
amigos y vecinos; así las cosas, solo nos queda pensar que los cristianos de todas las
épocas han vivido asustados esperando anochecer y no amanecer.

Y salen a relucir preguntas como: ¿La Biblia miente acerca del fin de los tiempos? ¿Lo que
menciona la Biblia acerca del tema hay que tomarlo de manera textual o simbólica?
¿Debemos seguir esperando que algún día se cumpla lo que dice el libro sagrado? ¿Por
qué no hay una fecha exacta y convincente acerca del fin de los tiempos?, etcétera.

Sin duda alguna, dada la inexactitud, la mayoría de los conceptos conocidos son
preeminentemente especulativos y cualquier predicción realizada tiene grandes
posibilidades de fallar (entre otras cosas, porque al llegar el fin, no tendríamos cómo
comprobarla); y justamente por estas características muchos esperan que el fin del mundo
sea en un futuro muy lejano, tras haber visto innumerables avances tecnológicos, haber
visitado diferentes planetas o aceptar que había vida extraterrestre similar a la raza humana
(solo que mucho más avanzada).

Es evidente que todo ha de acabarse, nada es eterno; y mucho menos este mundo en que
vivimos, puesto que al paso que vamos nosotros mismos le daremos cristiana sepultura con
la forma tan absurda en que hemos destruido la naturaleza y el medio ambiente. Ya la
“madre tierra” nos está pasando factura por los maltratos que ha recibido, principalmente,
en el último siglo.

Siempre hacemos simulacros de evacuaciones en nuestras ciudades, suponiendo que
podremos sobrevivir en caso de que tengamos que presenciar alguna catástrofe provocada
por la naturaleza, nos preparamos con herramientas y artefactos que podrían ayudarnos a
mantenernos con vida y nos capacitamos para poder ayudar a otros en una posible
amenaza; es que nadie quiere morir, todos queremos vivir y esperamos que se nos dé la
oportunidad de seguir dejando huella en nuestro entorno, es apenas lógico.

Creo con toda mi fe que el mundo ha de terminar algún día, cercano o lejano, pero va a
llegar a su fin; también espero que no sea demasiado pronto (es que aún hay cosas por vivir
y disfrutar en este planeta que nos dieron como hogar); y estoy seguro de que la fecha de
vencimiento se está acercando más a prisa que antes.

Pero el grito de auxilio que debemos promover, no me parece que sea “El fin del mundo se
acerca”, sino más bien “El fin de mi vida se acerca” porque no tenemos la vida comprada,
no somos seres inmortales, no sabemos cuándo tengamos que partir de este cómodo lugar;
porque hoy estamos vivos, en este instante respiramos, soñamos, amamos, pero no
sabemos si al finalizar de leer este artículo, perezcamos.

Hay un grito de auxilio que está en el fondo de nuestra alma, que hemos estado ignorando,
que hemos estado apagando, ahogando; es el grito por un cambio extremo en nuestro
interior porque ¿de qué nos sirve saber que el mundo se va a acabar y conocer todas las
teorías al respecto si morimos hoy y no estamos preparados para enfrentar la eternidad que
nos espera?; ese cambio es la Luz del mundo que ilumina a todo hombre que camina con
ella, ese cambio es el camino que nos lleva a tener paz interior, que nos lleva a la
reconciliación, ese cambio es la verdad que siempre hemos buscado en todas partes, la
verdad que nos da la convicción de ir por el sendero correcto sin temor a perdernos.

Es hora de encontrarnos con el Creador del mundo en el que vivimos, el que todo lo sabe
acerca de los comienzos y los finales en nuestra existencia, es hora de estar a paz y salvo
con él, por si morimos, por si vivimos.

jueves, marzo 12, 2020

Abortar, un acto de responsabilidad

Por estos días todos quieren opinar acerca de las decisiones que toma una mujer sobre su cuerpo, específicamente en cuanto a si debe o no abortar, por las razones que sean.

En Colombia se habla acerca de la "Despenalización del Aborto", reconociéndose constitucionalmente como la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) por ser un derecho íntimamente ligado al derecho a la vida, a la salud, a la integridad, a la autodeterminación, intimidad y dignidad de las mujeres y que debe ser garantizado por el Sistema de Seguridad Social en Salud, de acuerdo a la sentencia C-355 de 2006.

Por su parte, la Alcaldesa de Bogotá, Claudia López, ha hecho un llamado a superar las “Barreras que impiden el acceso de las mujeres a la IVE”, entre las que se encuentran: El enorme desconocimiento sobre la normatividad vigente de la IVE; (En atención en salud) se cuestiona o se intenta disuadir a las mujeres frente a su decisión, haciéndolas sentir culpables y juzgando su autonomía sexual y reproductiva; el ejercicio adecuado de la objeción de conciencia por parte del profesional de la salud; la ambigüedad que genera entre los médicos la tipificación del aborto como un delito; el modelo de causales que rige actualmente (cuando peligra la vida o la salud de la “madre”, cuando se presenta malformación del feto incompatible con la vida, y cuando el embarazo es producto de violencia sexual), entre otras, de las diez que menciona en su comunicado de prensa del 11 de febrero de 2020.

De otro lado, los religiosos hablan acerca del pecado en que consiste el abortar; estas son algunas palabras del Papa Francisco en octubre de 2018: “No se puede, no es justo ‘quitar’ a un ser humano, aunque sea pequeño, para resolver un problema. Es como contratar un sicario para resolver un problema”.

Toda mujer que decide abortar, seguramente ha de tener una o varias razones válidas para recurrir a dicho procedimiento y si la ampara la ley, con mayor razón, lo hará.

En nuestra sociedad hay un problema que consiste en ver la viga en el ojo ajeno y querer que los demás hagan de su vida lo que nosotros haríamos; que si los demás pecan lo hagan bajo nuestros estándares pues de lo contrario irán a algún nivel más bajo en el infierno, más al fondo.

Abortar, como todo lo demás que se hace en la vida, es un acto de responsabilidad; el meollo del asunto es que nadie puede responder por las acciones de otro (o de otra, en este caso), las determinaciones que cada mujer tome teniendo en cuenta su hábitat, su cultura, su educación, su status, etc., van a generar, sin duda, beneficios o consecuencias; actualmente, nuestras leyes no van a dar por culpables a aquellas personas que determinen quitarle la vida a un nasciturus (término jurídico que designa al ser humano desde que es concebido hasta su nacimiento), la sociedad tampoco, solo queda la responsabilidad moral individual y el indulto o condena del Dador de la Vida.